martes, 17 de mayo de 2011

Actividad semana 13, Viviana Mahecha Orjuela G13

LA MALDITA PEREZA

La pereza es un pecado capital y aunque yo no comulgue con ninguna religión si apoyo la idea de castigar este vicio. La pereza nos consume y nos convierte en seres inútiles casi sin vida. Nos volvemos veletas que se mueven sin aliento, así como mueve el viento a las hojas que caen de los árboles en otoño. Vivimos quejándonos de la situación en la que estamos sin siquiera mover un dedo para tratar de cambiarla. ¿Qué más castigo que ser golpeados por los resultados de nuestras decisiones y convertirnos en esclavos del destino?

En otras palabras la pereza es la madre de la mayoría de nuestros males. Provoca depresión, aburrimiento, repulsión con el entorno, engorda y hasta caemos en el descuido total de nuestra propia imagen. Como consecuencia obtenemos individuos pesimistas y poco competitivos para desarrollar cualquier labor. De modo que para hablar más ampliamente de las causas y los efectos me veo obligada a mencionar algunos aspectos determinantes en el exceso de dicha perversión.

En primer lugar está la televisión. Este “majestuoso” invento de la humanidad mantiene a la gente idiotizada y alejada de sus prioridades. Sobre todo cuando se es un desempleado resignado que espera que todo le llueva del cielo. Primero el partido, la novela o el reality. Después, y si queda tiempo, buscar trabajo y organizar un poco los quehaceres cotidianos.

En segundo lugar se encuentra el internet. A pesar de su creciente e imparable popularidad, no solo es eficaz en la realización de algunas tareas sino que entorpece el progreso en otros perfiles de nuestra vida. Especialmente la adicción a las redes sociales es la culpable de la irresponsabilidad con los deberes. Podemos estar haciendo una tarea y a la vez chateando con amigos, hablando basura como diría mi madre. Así que ¿cómo garantizar la calidad de nuestro ejercicio?

Por último tenemos a los juegos digitales o de video. Cómo dejarlos de lado si ahora hasta los celulares más básicos contienen alguno para distraernos. Y no me crean mojigata, mucho menos retrógrada. He estado en ambos lados de la disyuntiva y llego siempre a la misma conclusión: El problema no es la vida que vivimos sino la actitud con que la enfrentamos. Quizá suene algo trascendental y catedrático a la vez, pero reviso, replanteo y al final persiste la misma idea.

Para resumir la pereza afecta todos los aspectos de nuestra existencia. Es responsabilidad nuestra hacerla a un lado y no dejarla ganar en la batalla. No por pereza y desgano vamos a dejar de comer, trabajar, estudiar y vivir. No podemos convertirnos en fracasados a los que la vida les queda grande. Somos personas con capacidades valiosas y excepcionales, llenos de energía que es pecado desperdiciar. Es mejor ser parte de la solución y no del problema.

VIVIANA MAHECHA ORJUELA
DIRECCIÓN Y PRODUCCIÓN DE MEDIOS AUDIOVISUALES

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